miércoles, 11 de marzo de 2009

Afanes apostólicos en Atenas

La ciudad de Atenas, tan célebre en los siglos V-III antes de nuestra era y actual capital de Grecia, había perdido en tiempos de Pablo mucho de su antiguo esplendor, y vivía de recuerdos nostálgicos. Pablo la menciona una sola vez, lo justo para que sepamos con certeza que estuvo allí (1 Tes 3,1), y que, al tiempo que la evangelizaba, su pensamiento le hacía volver constantemente la mirada y el corazón hacia Tesalónica. Sobre su actividad en la ciudad de la sabiduría y de la democracia no nos proporciona detalle alguno.

La presencia, por fugaz que haya sido, del Apóstol en la capital del Ática implica que, donde en otro tiempo se enseñaba sabiduría humana, discutían los sofistas y establecían Platón y Aristóteles una forma de pensamiento rigurosa y duradera, allí, finalmente, se enseña la sabiduría evangélica, la última palabra dirigida por Dios a la humanidad en Cristo Jesús. No debe extrañarnos que el autor de Hechos dedique a evento no menos de 20 versículos.


La descripción que Hech 17, 16-20 nos ofrece de la Atenas de la época es muy certera, en consonancia con la elevada cultura del autor; no menos magistral es el discurso que a continuación oímos de labios de Pablo. En palabras del gran estudioso H. Conzelmann, “la visita de Pablo a Atenas es particularmente célebre, gracias a una composición de gabinete de Lucas, una narración que resalta el colorido local ateniense y que desemboca en el ‘discurso del areópago’, discurso que hasta hoy continúa ejerciendo su fascinación. Ciertamente es una pieza maestra, pero no de Pablo sino de Lucas”. En efecto, puede observarse que del discurso están ausentes términos tan elementales como pecado, cruz, gracia o justificación, Cristo como Mesías, etc., y en cambio encontramos la teodicea apologética de finales del siglo primero.

Probablemente Pablo no consiguió crear una comunidad cristiana en Atenas; Hech 17, 34 ha conservado los nombres de dos convertidos, Dionisio y Dámaris, y una alusión genérica a algunos más. Cuando Pablo comente que, en la siguiente estación misionera, Corinto, se presentó “con temor y temblor” (1 Cor 2, 2), es posible que nos esté manifestando su estado de ánimo tras un rotundo fracaso. Pero no es sostenible cierta teoría tradicional sobre un cambio de táctica del Apóstol: puesto que el alarde en Atenas de conocer literatura y filosofía le llevó al fracaso, llegado a Corinto renunciaría a todo saber humano e incluso lo ridiculizaría.

Pero Pablo en Atenas no es solamente misionero; es también el pastor que se ocupa por las comunidades que va dejando atrás, especialmente las de Macedonia.

En relación con Tesalónica, Pablo parece tener temores no sólo referentes al posible retroceso en la fe, sino también al descrédito personal.
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Extraído de:
"Cooperador Paulino, comunicación social y pastoral"
Sociedad de San Pablo
Noviembre - Diciembre de 2008.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aqui Pablo nos exhorta a predicar en todo tiempo a pesar de que a veces pareciera que no nos oyen, en
una palabra plantar la semilla que El se encargara de alimentarla y cosecharla
ADELANTE con la Nueva Evangelizacion!!!

ETELVINA