jueves, 26 de febrero de 2009

Como Pablo

Crece como la hiedra

Pablo enamorado,
de tu caída solo un nudo
ha quedado como llamado.
Y es tanta la fuerza

de tu anhelada bravura
que tu vida es el fruto,
de la pasión por el apostolado.
Tu arrojo nos anima,

tu valentía nos llama,
tu decisión de amar tanto
nos compromete a imitarte.
Y en esa “vida nueva”

en donde cada entrega es servicio,
cada renuncia ofrenda,
cada palabra un mensaje,
Cristo vive en ti y en nosotros

porque eres testimonio y coraje,
arropando como misionero
la fe que va en tu equipaje.

Ana María Capalbo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Preciosa manera de llamarnos a ejercer nuestr mision y apostolado.



ETELVINA