martes, 3 de junio de 2008

Pablo, el gran convertido

De perseguidor a perseguido,

de Saulo de Tarso hasta San Pablo,
desde siempre por Dios escogido,
tocado por la gracia camino a Damasco,
tal fue su conversión
que produjo en él,
total transformación.

Discípulo valiente, ecuánime, decidido
sin a Cristo haber conocido,
dedicó el resto de su vida
a llevar la Buena Noticia a los gentiles
predicando, sin cesar, noche y día.

En su celo apostólico, fue testigo viviente
de grandes comunidades florecientes.
Junto a Bernabé, en misioneros viajes,
luego con Silas, Timoteo, surcó mares y caminos.
Sufrió torturas, prisión, ultrajes,
como intrépido huracán, no se detuvo,
guiado por el Espíritu, cumplió su destino.

Sus epístolas eternamente vigentes,

son luminarias para todas las gentes.
Trueno de Dios, penetrante rayo de luz,
llamando a la humanidad
a rendirse ante la Cruz.

Incansable en la evangelización

abrazó la doctrina de la de la fe y del amor,
toda su vida era una pasión,
comunicar a todos la vida de Dios.

Etelvina Gimenez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Etel: Que Dios bendiga tu creación.
Te quiero mucho.
Elsa Lorences