lunes, 15 de junio de 2009

¡Seguir tu vuelo!

¿Quién podrá alcanzarte en el vuelo?
¿Quién podrá seguirte en la marcha?
¿Quién, vivir tus profundos desvelos?
¿Quién, librar tus tremendas batallas?

¿Quién podrá arriesgar la propia vida?
¿Quién, Pablo, al igual que tú, entregarla?

Ni los más esbeltos cedros del Líbano
ni las más altas cumbres nevadas,
podrán jamás hacerte mengua:
¡Por la inmensidad de tu espíritu
y por la infinita grandeza de tu alma!

En el turbulento camino a Damasco,
donde luz y tinieblas se mezclaban;
lentamente, fue creciendo la alborada,
y hallaste, a Quien, sin saber buscabas.
De par en par, le abriste el corazón,
y Cristo Jesús, se hizo, ¡Luz y Palabra!

Caminaste tras las huellas del Maestro,
lo amaste, ¡como nadie jamás lo amara!
Y enarbolando las banderas del amor,
la Buena Noticia, al orbe proclamabas.
Y por tu inquebrantable ardor y coraje,
llegaste tú también, ser, ¡Luz y Palabra!

Hno. Santiago E. Kloster, ssp

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hno. Kloster, ese deberia ser nuestro sentir, asemejarnos en todo
a San Pablo. Seguiremos rogando para que asi sea.
Para mi entender Pablo fue el discipulo que mas amo a Cristo!


ETELVINA