viernes, 20 de febrero de 2009

Cristo, nuestra Pascua


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Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa,
ya que ustedes mismos son como el pan sin levadura.
Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Celebremos, entonces, nuestra Pascua,
no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad,
sino con los panes sin levadura de la pureza y la verdad.
(1 Cor. 5, 7-8)
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Esta magnífica exhortación de san Pablo la proclama nuestra liturgia el día de Pascua durante la misa. Un texto precioso por diversos títulos. En primer lugar, escrito por el apóstol en la primavera del año 57, o sea, unos veinticinco años después de la muerte de Cristo, es el primer testimonio de la celebración del hecho pascual en la Iglesia primitiva. Además, nos permite comprender la forma de alctuar de Pablo: para reprimir un abuso o recordar una exigencia, evoca siempre nuestra vinculación con el acontecimiento decisivo de la historia de la salvación, la muerte y la resurrección de Jesús. Finalmente y sobre todo, en estas pocas líneas, bajo la imagen del pan con levadura y de la masa nueva, nos presenta su pensamiento sobre la transformación radical que lleva a cabo este acontecimiento tanto en la humanidad como en el universo: la pascua de Cristo inaugura una creación nueva.
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"Los escritos de san Pablo"
Amédée Brunot
Editorial Verbo Divino

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una vez mas, como todo lo de San Pablo, fascinante. Hermoso simbolismo de la Pascua.


ETELVINA