sábado, 3 de enero de 2009

La carta a los Romanos - Parte 1

El estilo de Romanos


Es fácil advertir las semejanzas entre Romanos y Gálatas. Puede decirse que Gálatas sintetiza lo más específico del pensamiento maduro de Pablo en un contexto de fuerte polémica, y que Romanos explaya ese mismo contenido pero más serenamente y con mayor reflexión. Es cierto que en Gál 2, 21 y 5, 6 se sintetiza lo mejor de la reflexión paulina, pero la explicación teológica acabada de esas afirmaciones se encuentra en Romanos. Como contrapartida, Romanos carece del calor apostólico que desborda en cada perícopa de Gálatas. Esto no debe hacer pensar, sin embargo, que Romanos es un escrito teológico de escritorio, redactado en una situación ideal de calma emotiva y abstrayendo de todo contexto histórico. Bien puede decirse que “la reflexión teológica de Pablo nunca es suave, siempre es sufrida”. Porque mientras en Gálatas se destacan la indignación y la desilusión, cuando escribe Romanos los sentimientos que carcomen el corazón de Pablo son el temor y la incertidumbre (Rom 15, 30-31).

Es cierto que el Apóstol no podía dirigirse a esta iglesia como a una esposa, ni podía tratar a los romanos como a hijos que él había engendrado; pero esto no significa que la carta no tuviera en cuenta a los destinatarios, porque varios indicios sugieren que Pablo se había informado detalladamente sobre la comunidad antes de escribirle. Por eso coloca en la carta el himno de Rom 8, 34 sabiendo que era altamente estimado en la comunidad de Roma. Y la parte exhortativa de la carta “demuestra que conocía bastante bien la situación eclesial de los destinatarios y la tenía debidamente en cuenta”.

En esta carta, más todavía que en los demás escritos de Pablo y de su escuela, es sumamente importante no detenerse demasiado en los detalles ni en las afirmaciones parciales, sino mirar directamente hacia dónde apunta el conjunto del pensamiento del autor, qué es lo que le interesaba transmitir con la totalidad de la obra. Pablo es el teólogo de las grandes síntesis, que se muestran en un juego de afirmaciones dialécticas que a veces parecen negarse unas a otras. Si uno se queda en los detalles, fácilmente se desconcierta, porque Pablo parece contradecirse a sí mismo. En una parte dice algo con mucha fuerza y en otra parte uno se encuentra con una afirmación diferente. Además, parece que nunca concluye un tema, siempre lo deja abierto a reflexiones posteriores.

Pablo muestra una estructura mental que rechaza los cortes netos y las argumentaciones aisladas, como si frente al misterio del plan de Dios fuera imposible para el ser humano llegar a una conclusión definitiva. Esto es típico del pensamiento judío. Los judíos suelen leer la Biblia con la convicción de que los textos siempre pueden aportar algo más, siempre quedan abiertos a un nuevo sentido.
Al escribir, Pablo conserva el estilo de la predicación, donde nunca se dice todo. Por eso entremezcla y retoma los temas, sorprendiendo al lector que creía haber concluido alguna argumentación.

Por todo esto, sería inadecuado detenerse demasiado en alguna de sus afirmaciones. Lo más adecuado es mirar, desde arriba, la armonía que resulta finalmente del juego de oposiciones: “En tanto no hayamos visto bien cómo se armonizan los distintos temas, no podremos decir lo que Pablo quiere mostrar ni cómo lo muestra”. Por eso mismo, es mucho más importante descubrir las grandes líneas de pensamiento que surcan toda la carta, y no tanto detenerse a comentar cada versículo o a discutir minuciosamente posibles subdivisiones que seguramente no estaban entre las preocupaciones de Pablo de Tarso. Muchos autores coinciden hoy en que “conviene evitar la idea de una malla bien tejida de pormenores estructurales”, que suelen proceder de la rica imaginación de los intérpretes pero no ayudan a la comprensión del texto.

En toda la carta encontramos grandes ejes temáticos que predominan en alguno de los bloques de la carta, pero que se entremezclan y combinan constantemente. Si esto es así, lo que más interesa es descubrir cuáles son los grandes ejes del pensamiento de Pablo, que son los que dan sentido a los distintos detalles de sus cartas.
.
Extraído de
"Pablo Apasionado",
Víctor Manuel Fernández.
Editorial San Pablo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta carta del Apostol, se ha usado a traves del tiempo para llevar a los cristianos las verdades fundamentales de la fe.
Debo reconocer que tuve que releer varias veces el texto de Victor Manuel Fernandez, para poder sintetizar mi comentario. Espero haberlo logrado

ETELVINA