jueves, 5 de junio de 2008

"Tras las huellas de Pablo" - LLAMADOS A SER SOLIDARIOS

48. Llamados a ser solidarios (pág 147)

Escucho a un discípulo de Pablo (Heb 13, 1-6):
“Perseveren en el amor fraterno. No olviden la hospitalidad, pues gracias a ella algunos hospedaron, sin saberlo, a ángeles. Preocúpense de los presos, como si ustedes estuvieran prisioneros con ellos; preocúpense de los que sufren, porque ustedes también tienen un cuerpo. Valoren mucho el matrimonio, y que su vida conyugal sea limpia, porque Dios juzgará a los libertinos y a los adúlteros. No se apeguen al dinero; conténtense con lo que tienen, porque Dios mismo ha dicho: «No te desampararé ni te abandonaré», de suerte que podemos decir con confianza: «El Señor es mi ayuda, no tengo miedo; ¿qué podrá hacerme el hombre?».”

Reflexiono a la luz de Aparecida (Nº 65):
“Nos duelen millones de personas y familias que viven en la miseria e incluso pasan hambre. Nos preocupan también quienes dependen de las drogas, las personas con capacidades diferentes, los portadores y víctimas de enfermedades graves como la malaria, la tuberculosis y VIH-SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social. No olvidamos tampoco a los secuestrados y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados y de la inseguridad ciudadana. (…) Nos duele, en fin, la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de nuestra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna.”

Me examino:
¿Me preocupa, de verdad, la situación en la que viven millones de personas, también en nuestra patria?
¿Qué hago, concretamente, por ellos?

Oro con un Salmo (13, 2-6):
“¿Hasta cuándo, Señor,
me tendrás olvidado?
¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
¿Hasta cuándo estaré angustiado,
con el corazón apenado todo el día?
¿Hasta cuándo triunfará mi enemigo?
¡Mira y atiéndeme, Señor, Dios mío!
Sigue dando luz a mis ojos, para que
no caiga en el sueño de la muerte.
Que no diga mi enemigo:
«Lo he vencido», ni se alegren
mis adversarios al ver mi fracaso.
Yo confío en tu amor, mi corazón
se alegrará por tu salvación.
¡Cantaré al Señor,
porque me ha salvado!”

Me comprometo:
Me voy a dejar cuestionar por la situación en la que viven muchos de mis hermanos, y me voy a preocupar por hacer lo que esté a mi alcance, sin mirar para otro lado.
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Colección Verdad y Vida
Tras las huellas de Pablo
A la luz de Aparecida
María Fidelis Tibaldo, fsp
Ediciones Paulinas

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