Ante la pregunta del título nos surge espontáneamente en nuestro interior: ¿Pablo era feliz? Entendiendo por felicidad, el estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien, la satisfacción, estar contento, alegre. Y recordamos entonces las palabras de Pablo a los tesalonicenses: “Estén siempre alegres, oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; esta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos” (1 Tes 5, 16- 18).
Y esto es lo que Pablo nos enseña, el cristianismo está caracterizado por la alegría cuya fuente es la gracia. Así el cristiano es una persona que está “en Cristo”, es el corazón de la espiritualidad paulina la unión con Cristo, estar unidos personalmente con Cristo resucitado. Descubrimos entonces que una característica de la Carta a los Filipenses es la alegría: “Alégrense en el Señor” (Flp 3,1), la fuente de ésta alegría es Jesús, por eso la carta insiste diciendo:
“Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca” (Flp 4,4-5).
La razón de esta alegría es la presencia de Jesús entre nosotros, así se puede sostener la lucha cotidiana contra la adversidad exterior y las inquietudes interiores, porque “el Señor está cerca”. Nuestra seguridad es que Cristo nos concede su paz, que conserva nuestros corazones y nuestras mentes en Cristo Jesús. Porque la alegría y la felicidad es una experiencia profunda que el hombre hace de Dios en Jesús.
La vida cristiana es una vida de libertad vivida con alegría, porque con la venida de Cristo la ley ha sido superada por la gracia. Entre los frutos del Espíritu encontramos la alegría en Gálatas. Vemos que está en segundo lugar, como una de las tres virtudes de la vida interior, luego de la caridad y la paz.
Pablo nos enseña a aceptar las dificultades de la vida como una realidad que contribuye al progreso espiritual del cristiano. Aunque prisionero, cuando escribe la Carta a los Filipenses y con todo lo que le ha sucedido, Pablo puede todavía alegrarse en el Señor. Llegando al final de la carta nos dice: “Mientras tanto, hermanos míos, alégrense en el Señor” (Flp 3,1) y después dice el motivo de esa alegría en el Señor: “Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo” (Flp 3,20).
La espera de la venida del Señor Jesús y la transformación de nuestro cuerpo en un cuerpo glorioso semejante al suyo es para los cristianos un motivo para mantenernos llenos de esperanza y alegría. Así, el mensaje de la Carta a los Filipenses puede sintetizarse en este núcleo central: estén alegres, y nos invita a vivir una gran alegría.
3 comentarios:
Buenisimo comentario. Pablo nos ehorta a estar siempre alegres. Es indudable que cuando se tiene a Cristo en la vida, nuestras reacciones son diferentes a las de
los del mundo. Estar alegres frente a todo tambien es un don.
ETELVINA
Me encanto leer este articulo sobre la felicidad y la alegrìa en san Pablo. Creo que los cristianos deberiamos ayudarnos a estar màs alegres y acrecentar en nosotros la convicciòn de que todo lo vivimos en Cristo en la buenas y en las malas. Muchas gracias por este articulo que ayuda a dar fundamento a nuestra alegrìa.
Muy buen comentario. Gracias hermana Maria de la Paz, los cristianos debemos agradecer cada momento en nuestra vida, todo es por gracia de nuestro Señor y aprender a vivir alegres y satisfechos con todo lo que el Señor nos repara cada día.
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