36. Vivan en armonía unos con otros (pág 111)
Escucho a Pablo (Rom 12, 14-18):
“Bendigan a quienes los persiguen; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros y no sean engreídos, antes bien pónganse al nivel de los sencillos. Y no sean autosuficientes. A nadie devuelvan mal por mal; procuren hacer el bien ante todos los hombres. Hagan lo posible, en cuanto de ustedes dependa, por vivir en paz con todos.”
Reflexiono a la luz de Aparecida (Nº 257):
“¡Cuántas veces los pobres y los que sufren realmente nos evangelizan! En el reconocimiento de esta presencia y cercanía, y en la defensa de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo. El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en Jesucristo. De la contemplación de su rostro sufriente en ellos y del encuentro con Él en los afligidos y marginados, cuya inmensa dignidad Él mismo nos revela, surge nuestra opción por ellos. La misma adhesión a Jesucristo es la que nos hace amigos de los pobres y solidarios con su destino.”
Me examino:
¿Sé alegrarme con los que se alegran y llorar con los que lloran?
¿Trato de vivir en paz con todos?
¿Veo en los excluidos el rostro de Cristo?
Oro con un Salmo (141, 1-4):
“Señor, te estoy llamando, date prisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Que suba mi oración
como incienso hacia ti,
sean mis manos suplicantes
como la ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, en mi boca un centinela,
un vigilante a la puerta de mis labios.
No dejes que mi corazón
se incline a la maldad,
ni a cometer crímenes
y delitos con los malhechores.”
Me comprometo:
Voy a tratar de ser solidario con el destino de los pobres, poniéndome en su lugar para gozar o llorar con ellos.
_____________________________
Colección Verdad y Vida
Tras las huellas de Pablo
A la luz de Aparecida
María Fidelis Tibaldo, fsp
Ediciones Paulinas
Escucho a Pablo (Rom 12, 14-18):
“Bendigan a quienes los persiguen; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros y no sean engreídos, antes bien pónganse al nivel de los sencillos. Y no sean autosuficientes. A nadie devuelvan mal por mal; procuren hacer el bien ante todos los hombres. Hagan lo posible, en cuanto de ustedes dependa, por vivir en paz con todos.”
Reflexiono a la luz de Aparecida (Nº 257):
“¡Cuántas veces los pobres y los que sufren realmente nos evangelizan! En el reconocimiento de esta presencia y cercanía, y en la defensa de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo. El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en Jesucristo. De la contemplación de su rostro sufriente en ellos y del encuentro con Él en los afligidos y marginados, cuya inmensa dignidad Él mismo nos revela, surge nuestra opción por ellos. La misma adhesión a Jesucristo es la que nos hace amigos de los pobres y solidarios con su destino.”
Me examino:
¿Sé alegrarme con los que se alegran y llorar con los que lloran?
¿Trato de vivir en paz con todos?
¿Veo en los excluidos el rostro de Cristo?
Oro con un Salmo (141, 1-4):
“Señor, te estoy llamando, date prisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Que suba mi oración
como incienso hacia ti,
sean mis manos suplicantes
como la ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, en mi boca un centinela,
un vigilante a la puerta de mis labios.
No dejes que mi corazón
se incline a la maldad,
ni a cometer crímenes
y delitos con los malhechores.”
Me comprometo:
Voy a tratar de ser solidario con el destino de los pobres, poniéndome en su lugar para gozar o llorar con ellos.
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Colección Verdad y Vida
Tras las huellas de Pablo
A la luz de Aparecida
María Fidelis Tibaldo, fsp
Ediciones Paulinas
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